Hace unos días un gran amigo de esta web, amante de su tierra, su historia y su cultura nos hizo llegar un bonito relato, un cuento de navidad que compartimos con vosotros, presentado al Concurso de Cuentos Navideños Premio «Gloria Fuertes» de Radio Elche Cadena SER.
ESPERANZA
Érase una vez un pueblo varias veces milenario, célebre por sus palmeras datileras que habían extendido los árabes entre acequias bendecidas con su única agua natural que es la escasa que cae del cielo y la de nuestro milagroso río Vinalopó. Al norte de aquel gran pueblo ya habían vivido familias árabes hacía muchos siglos, en lo alto de una sierra que bautizaron como El Castellar quizás por las piedras prestadas por los íberos desde La Alcudia, y donde no muy lejos eligieron un bonito paraje con una ancha acequia, para plantar en sus márgenes sólo unas pocas decenas de chopos hembras que trajeron desde el valle del río Eúfrates y que luego se multiplicaron de sus propias raíces por los siglos de los siglos.
Con el paso del tiempo, los descendientes de estas familias se desplazaron a un lugar más cómodo, en el actual emplazamiento de Elche. Allí construyeron su pueblo, con una gran torre que se llamó Calahorra, baños árabes, una mezquita, un castillo, almazaras de aceite, molinos harineros, etc. Continuó la evolución de la historia de la humanidad, y llegó otra bella civilización como es la cristiana, que creó también obras de valor universal en este pueblo como por ejemplo la Basílica de Santa María en cuyo interior se celebra una preciosa obra de teatro medieval en honor a su patrona la Virgen de la Asunción, y que tanto amó siglos después una monja entrañable que ahora lo verá desde el cielo en compañía del niño Jesús, la madre Belén.
En este bendito pueblo también hubo dos iglesias en la plaza llamada de Santa Lucía y un monasterio de la Merced, que luego quiso Dios que fuera rebautizado como el Convento de Santa Clara o “Las Clarisas”. Las monjas de esta orden religiosa franciscana cuidaron durante muchos años de un huerto en su patio interior, con naranjos centenarios que habían heredado. Unas Navidades, una de las hermanas guatemaltecas que allí residían hizo un viaje a su país para visitar a su familia en Quetzaltenango, y allí tuvo la impresión de que el niño Jesús le animaba a tener la iniciativa de traerse a Elche una semilla de los famosos aguacateros de su país, para plantarla al fondo del huerto junto con sus hermanas clarisas y como crecería rápidamente podrían adornarlo a modo de árbol de Navidad.
Así lo hizo, y efectivamente el árbol creció rápidamente con el suelo fértil y el clima del pueblo de Elche, pero el Convento de Santa Clara se trasladó a un nuevo lugar junto al río Vinalopó y nunca llegó a adornarse con motivos navideños. Sin embargo, parece que el niño Jesús quiso tener un detalle en agradecimiento a aquella monja oriunda de la capital de Guatemala, y ocurrió algo muy inesperado porque aproximadamente hacia el año 2012 aparecieron unos sorprendentes aguacates en un árbol que no debiera habitualmente fructificar al encontrarse él solo de su especie. Así que ya tenemos árbol de Navidad y de una altura asombrosa, en el bello espacio cultural que antiguamente ocupaban las monjas Clarisas del pueblo de Elche.
Desde lo alto de esta atalaya se comunica nuestro querido aguacatero cristiano, quizás estas Navidades más que nunca, con su preciosa compañera árabe que es el gran Chopo del Eúfrates que adorna el centro de la emblemática plaza de la Glorieta y da sombra a la Dama de Elche. Musulmanes, judíos, católicos. Paz. ESPERANZA
AUTOR: Raúl Agulló Coves.
Aguacatero Persea americana. Fotos de Carlos Mándrago
Naranjos en el «Patio de los Naranjos». Fotos de Carlos Mándrago
Gracias por compartir con nosotros tu relato, y gracias por dejarnos a su vez ser tu plataforma o altavoz con estos magníficos ejemplares tan queridos y olvidados al mismo tiempo en nuestra ciudad, esperemos que la pronta restauración de la Acequia Mayor (https://www.informacion.es/elche/2023/12/09/restauracion-acequia-mayor-retrasa-2024-95639663.html) traiga consigo la restauración paisajística del paraje de L’ Aigua Dolça i Salà, y los álamos del Éufrates que allí persisten……..que allí languidecen esperando algún mimo y cuidado.
Patrimonio, naturaleza, rutas.