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Cuartel de Carabineros en L´Olla, Altea.

La zona de L’Olla, protegida de los vientos y del oleaje, ha sido desde la antigüedad un punto importante para la navegación. En la cima de la peña negra de Cap Negret se situó un antiguo santuario fenicio que servía de referencia a los marinos como si de un moderno faro se tratase.

De época romana existen diferentes pecios de barcos en la zona que evidencian una importante actividad comercial. Además, los restos arqueológicas hallados en L’Illeta indican que la actividad continuó en época islámica. El uso comercial de este «puerto natural» o refugio se prolongó hasta el siglo XIX cuando se construyeron las instalaciones comerciales del embarcadero que mantuvieron su actividad hasta la construcción del puerto de Altea en 1935.

A partir del siglo XVII, con la pérdida de parte de la importancia comercial en el Mediterráneo, tras la apertura de las rutas atlánticas, L’Olla también se convirtió en un buen enclave para el contrabando. Para intentar evitar este comercio fraudulento se construyeron a finales del siglo XVIII los primeros puestos de control, antecesores de este cuartel de carabineros.

En las inmediaciones existía un almacén secreto donde los contrabandistas depositaban sus mercancías, en la casa conocida como de la Por (del miedo). Fantasmas; duendes y almas en pena siempre la rondaban, e incluso unas brujas que eran capaces de cruzar el océano en una sola noche. De esta manera, los contrabandistas ahuyentaban a los curiosos y si una mañana alguien encontraba granos de café en la playa, se les había caído a las brujas. El contrabando y sus leyendas se mantuvieron hasta el siglo XX.

Hacia la mitad del siglo XIX (1840-1850) se instalaron en Altea y en varios puestos de la costa alteana, en sendos montículos frente al mar en el Collao del Mascarat y en La Olla, los puestos de Carabineros en unas viejas casas donde estaban los agentes, aunque sus familias vivían en casas particulares llamadas popularmente “casillas”. Casi cien años después, entre 1932 y 1933, se construyó el cuartel, ejemplo de arquitectura funcional de cuartelería de la década de los años 30 de principios del siglo XX. Fue construido en su día para que los carabineros vigilarán las costas, reprimieran el contrabando y colaboraran con la función de aduanas, ahora es propiedad de Altea.

Un edificio de casi 600 metros cuadrados de planta rectangular dividido en tres cuerpos que albergaban diez viviendas, aljibes para recoger agua de lluvia y patios cubiertos. El cuartel cobijó a los Carabineros hasta su unificación con la Guardia Civil en 1940, es entonces cuando se cambió la inscripción sobre la puerta principal de la fachada «Cuartel de Carabineros» por la de «Cuartel de la Guardia Civil de Costas«. Hasta 1965, fecha en la que los acuartelamientos o puestos de la costa se dejaron para agruparse en las poblaciones. A partir de ahí fue abandonado provocándose su deterioro con el paso del tiempo.

Fuentes y agradecimientos: