Se cumplen 124 años de uno de los acontecimientos naturales más importantes que tuvo Elche a principios del siglo XX, el eclipse total de Sol del año 1900. No encuentro palabras para expresar lo que siento por este acontecimiento, y eso que no estuve, pero la lectura de diversos relatos y las fotografías expuestas en la Cátedra Pedro Ibarra, de la UMH, me llena de tan emoción que me atrevo a relatarles una breve historia de lo que fue aquello. A continuación os dejo el artículo que escribí para conmemorar el 100º aniversario y que fue publicado en la revista «Astronomía» en la edición de Mayo del año 2000. Desde estas líneas, quiero agradecer a la Cátedra Pedro Ibarra las fotografías para este artículo, que en su día se pidió permiso para su exposición en la revista. Si queréis ver más fotografías del evento, podéis visitar este enlace.
El 28 de Mayo del año 1900, la ciudad de Elche fue testigo de un eclipse total de Sol, un fenómeno que os voy a recordar, aunque no estuve personalmente allí para verlo, pero que sí que me atrevo a relatarles tal como fue gracias a la ayuda de un historiador que vivió en dicha ciudad y que compartió sus investigaciones con el astrónomo francés Camile Flammarion, “El cantor del cielo”, y que podemos consultar sus trabajos en la Biblioteca Municipal, D. Pedro Ibarra.
Desde el 10 de Marzo de 1900, fueron numerosos los astrónomos que escribían pidiendo noticias sobre posibles emplazamientos de sus observatorios, hospedajes, etc con el fin de prepararse a presenciar y estudiar el eclipse de Sol que tendría efecto el día 28 de Mayo.
Una comisión científica del Instituto Geográfico de Madrid, compuesta por los Sres. Don Francisco París y Don Eduardo Mir, vinieron el día 19 de Marzo para estudiar la situación exacta de Elche, instalándose en la torre del campanario de la Basílica de Santa María, estando en relación con otras instalaciones en el Faro de Santa Pola y el Castillo de Alicante. En los días siguientes fueron llegando otros científicos como la comisión de astrónomos de Montpellier, compuesta por los señores Martín, profesor de física y Lebeuf, de astronomía, alojándose en la hacienda de Don Gervasio Torregrosa, en la carretera de Crevillente.
A final de mes hicieron su aparición los astrónomos Bourget y Carreré de la Universidad de Tolosa. El 8 de Mayo llegó la comisión española de astrónomos de San Fernando, los instrumentos que traían fueron llevados por tres grandes carretadas a la tejera de Jaime Beltrán, en el camino viejo de Alicante, y al día siguiente llegaron los del Observatorio de París, de la que destaca Maurice Hamy, y su ayudante Lagarde, que se instalaron en la finca de Don Jaime Brotons, denominada “El Pino”, en la carretera de Santa Pola. El astrónomo que lideraba la expedición inglesa fue Norman Lockyer.
En esas fechas Elche tenía el lujo de lucir todo un arsenal de instrumentos astronómicos, entre los cuales estaba el telescopio más grande de España.
A falta de trece días para el eclipse, Don Pedro Ibarra, historiador de la ciudad, visitó al señor Hamy, quien le comunicó que su estudio principal era el de obtener el máximo número de fotos posibles del eclipse, además de estudiar el espectro solar.
Cada vez faltaban menos días y seguían viniendo astrónomos de Santander, de Barcelona, Madrid y de otros lugares de la península, incluso los tenientes de navío de la Academia de La Marina y su flota, que trajeron un extraño juego de pelota, que más tarde dio origen al futbol en nuestra comunidad, donde uno de los equipos de la ciudad se llamaba Eclipse C.F
El 20 de Mayo llegaron los comisionados de S.S. el Papa, cuya presidencia la ostentaba el Rvdo. P. Agustino Rodríguez de Prada, que fue acompañado por unos agustinos que vinieron de Novelda. Dicho reverendo pidió permiso para poner un altar en la tejera de Jaime Brotons, quien los acogió en su finca, y celebrar misa el día del eclipse.
Un representación alemana y un astrónomo ruso, instalaron sus aparatos en el terrado de la Fonda “La Confianza”, mientras que la comisión que envió el gobierno inglés, que estaba presidida por Mr. Norman Lockyer, desembarcaba en el puerto de Santa Pola junto con la comisión de Escocia, presidida por Mr. Copeland, director del Observatorio de Edimburgo.
Lockyer decidió ubicar su campo de observación en la Playa del Saladar, ahora conocida como del Tamarit, unas decenas de metros tierra adentro. Allí desplegaron su instrumental astronómico de última tecnología. A nivel científico Lockyer estaba por encima de Flammarion, aunque este último sabía cultivar su popularidad aprovechando su talento literario. Hay que decir que el otro crack de la época que hacía pareja científica investigadora con Lockyer, Jules Janssen, no vino a Elche, prefirió no viajar para asistir a otro eclipse en otro lugar un tiempo más tarde.
Al escocés Copeland no le agradó la idea de que la arena de la playa estropeara sus instrumentos y eligió otro lugar distinto al de los ingleses, al norte del pueblo de Santa Pola, en un lugar al que llamaban la Casa del Pleito.
E. W. Johnson, de la delegación británica, llegó a reseñar en su artículo científico lo vivido: “En las proximidades del hotel, y a muy primera hora de la mañana, nuestra atención se dirigió a unas grandes imágenes que exhibían por las calles, representando cometas y estrellas, con dragones y monstruos además de escenas de batallas navales, etc. todo ello pretendía obviamente impresionar a los paisanos ignorantes y quizás engañarlos sobre el gran acontecimiento del día”.
Destacar que la delegación británica, junto a Johnson la completaban dos mujeres, Jessie McRae y Lady McClure. Era la única en la que había más mujeres que hombres y además no por ser las “esposas de”, a ellos se les unió dos matrimonios aficionados a la astronomía que conocieron en el barco durante el viaje. Todos ellos observaron el eclipse desde la terraza de un bar enfrente de la Fonda.
Y solo queda hablar del solitario Nikolai Donic. El astrónomo ruso que vino el solico desde San Petersburgo para poder observar, en este caso desde la propia terraza de la Fonda La Confianza, durante un minuto y diecinueve segundos, el eclipse total y tropezar con uno de sus instrumentos alterando alguno de los resultados.
Otro punto de observación elegido por los astrónomos durante el eclipse de sol de 1900 fue la Finca San Antonio. A diferencia de la Casa Azul, que actualmente podemos ver en la carretera a Santa Pola, algunos vecinos de esta casa sí la asocian al evento astronómico, ya que que hasta hace unos años había una placa conmemorativa que lo recordaba y que actualmente se encuentra expuesta en el MAHE desde 2014.
A esta magnífica finca, propiedad en aquel momento de Gervasio Torregrosa, fueron invitados los científicos de las universidades de Toulouse, Montpellier y Besançon. Para que pudieran tanto alojarse durante los días previos como para realizar sus observaciones el día señalado, el 28 de mayo. Se trataba de George Meslin, Auguste Lebeuf, Henry Bourget, Joan Carrère y Paul Jobin.
Otro de los ilustres que vinieron a Elche a astrogotografiar y estudiar el eclipse fue el barcelonés Josep Comas i Solà, encargado por la Real Academia de Ciencias y Arte de Barcelona, el cual no era tan conocido en la época, pero que su nombre actualmente dice mucho porque está considerado como uno de los mejores astrónomos y divulgadores de la astronomía e impulsor de esta ciencia en Cataluña. Él y su mujer, planificaron observar el eclipse del 28 de mayo de 1900 desde la localidad de Hellín. Sin embargo, al confirmarse que un gran número de comisiones nacionales y extranjeras tenían previsto realizar la observación desde las inmediaciones de Elche, decidieron modificar su destino y estudiarlo también desde allí. El matrimonio se instaló en la finca La Bellotera, a unos dos kilómetros del núcleo urbano, asesorado por su colega y amigo Landerer.
A falta de 4 horas para el evento, llegó el General Polavieja, cruzando la Avenida de la Estación rodeado de miles de forasteros provenientes de gran parte del mundo que se volcaron con su presencia, aunque todo el prestigio no iba para él, sino para su destino, la Hacienda de Canales, lugar donde minutos después apareció “El Cantor del Cielo”, quien no necesitaba su presentación. El recibimiento que se le hizo fue extraordinario, sin preparación alguna oficial, ni música, ni pólvora, sino espontáneo entusiasmo popular. Había gran ansiedad por presenciar el eclipse, tanto por los astrónomos como por la gente del pueblo que esperaba presenciar un acontecimiento extraordinario.
EL PASO DEL ECLIPSE
En la ciudad de Oporto (Portugal) aconteció el primer contacto del eclipse del siglo XX hasta que llegó a Las Hurdes, lugar donde oficialmente contactó con España. Su máximo sucedería en las limitaciones de las provincias de Toledo y Ciudad Real, donde el cono de sombra alcanzaría los 70 Km de diámetro y un tiempo máximo de 80 segundos. El mal tiempo hizo que todas las investigaciones y observaciones se realizaran en el mediterráneo, concretamente en la ciudad de Elche.
Llegó el momento de la verdad: a las 14:54 se podía ver el primer contacto desde el pueblo de Novelda, un minuto más tarde en Elche, Alicante y Santa Pola. Pasaba el tiempo y el Sol cada vez tenía menos fase, los pájaros se iban a dormir y los gallos comenzaron a cantar. Los animales se ponían nerviosos y conforme “acaecía la noche” las estrellas más brillantes se hacían notar. Aldebarán se encontraba justo en el Sur, ya que el Sol se encontraba en la constelación de Tauro, mientras que otras como Pollux, Castor, Capella, Procyon, Betelgeuse y Rigel hacían su aparición por los alrededores, aunque también faltó tiempo para los planetas; Venus y Marte destacaban y Mercurio se dejaba ver momentos antes que se produjera la totalidad.
¡¡YA VIENE, YA VIENE, YA VIENE!!
Son las 16:09:24, Novelda es el primer pueblo en recibir la totalidad, todo el mundo estaba conmocionado, no tanto como en Elche cuando llegó a las 16:09:59. Maravilloso espectáculo, miles de ciudadanos junto a las miradas de los grandes que habían venido a verlo, comenzaron a llorar de alegría. Unos segundos más tarde, Santa Pola era perturbada por la sombra de la Luna, eran las 16:10:38, mientras que Alicante no veía la oscuridad hasta las 16:10:52, 57 segundos después de que comenzara el espectáculo en Elche, donde estaba a punto de acabar no antes sin hacerlo en Novelda.
A las 16:10:42 Novelda despedía la “noche mágica”, que aunque fue breve (1 minuto y 18 segundos) era la noche más importante para esta pequeña población. Poco después, la sombra de la Luna comenzó a abandonar la ciudad ilicitana, eran las 16:11:18, lo que indica que el eclipse duró 1 minuto y 19 segundos. A las 16:11:56 lo hizo en Santa Pola dejando el paso de una duración de 1 minuto y 18 segundos. Finalmente el cono de la totalidad llegó a su fin, en términos costeros, Alicante fue la última ciudad en observar el acontecimiento, aunque sólo durara 1 minuto y 12 segundos.
Este vídeo se editó en 2019, por eso no cuadra con la fecha del 124º Aniversario. España entera había vivido un momento mágico, un acontecimiento que no se volvería a ver hasta el 30 de Agosto de 1905, pero en Elche sólo se pudo observar un 96,8 de oscuridad. El análisis de la historia de los eclipses en la península cuenta que el Eclipse de Elche es el que más recorrido ha tenido.
Otro eclipse sería el del 17 de abril de 1912, que se observó durante menos de 20 segundos, ya que el cono de sombra de la Luna apenas tocaba la atmósfera, se trataba entonces de un eclipse híbrido. En Elche se pudo observar de manera parcial cubriendo la Luna un 77,2% el disco solar.
España entera tendrá que esperar al 12 de Agosto de 2026 para volver a ver un eclipse total con toda su expectación, pero lo que no volverá a suceder es el paso de de grandes capitanes y generales, pero sí veremos numerosas instituciones científicas aunque echaremos de menos la presencia de un gran astrónomo como fue Camile Flammarion.
Información extraída de la Cátedra Pedro Ibarra.
Agradecimiento especial a David Pascual García por su colaboración.
Soy astrónomo amateur de formación autodidacta, Coordinador del Área de Astronomía en ElcheXploreR, miembro de la asociación Amigos de la Astronomía de Elda, de la Red Española de Planetología y Astrobiología REDESPA, de la Comisión de Divulgación de la Ciencia y el Espacio CODICE y de la Asociación para la Divulgación de la Ciencia en Alicante ADCAlicante.
Formo parte del programa de voluntarios de proyectos de ciencia ciudadana de NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA), con los que he contribuido al descubrimiento de nuevos asteroides, estrellas variables y exoplanetas, principalmente.
Actualmente soy coordinador de actividades en la FAAE (Federación de Asociaciones Astronómicas de España) y su representante en NASA, donde colaboro como coordinador nacional del programa InOMN de la División de Exploración del Sistema Solar, entre otros cargos. Desde hace poco, formo parte del equipo científico del proyecto Backyard Worlds de NASA.