Noviembre de 2022, Marichal inauguró la incorporación del nombre de Pedro Salinas a la denominación del centro de la UNED en Elche.
De esta manera, fue inaugurada en el centro académico una placa con la nueva denominación: Centro Asociado UNED-Elche “Pedro Salinas”, e incluye un fragmento de las cartas del poeta a su esposa Margarita Bonmatí: “He tenido siempre un deseo de amor tan vivo que por eso he sido poeta”.
Rosa Brotons Brotons, asistente a esa presentación y colaboradora de esta web nos presenta su trascripción e imágenes de dicho acto. Recordamos que ElcheXploreR ya habló de Salinas en su artículo sobre Lo Cruz y los Bonmatí https://patrimonioelche.es/pedro-salinas-los-bonmati-y-finca-lo-cruz/
Queridos amigos:
Es con mucha emoción que vengo aquí en representación de los supervivientes de Pedro
Salinas y su esposa Margarita Bonmatí, cuya familia era nacida de esta tierra. Aquí vino el
poeta Pedro Salinas a disfrutar de la playa a principios del siglo XX y aquí se enamoró de
Margarita, en Santa Pola, viviendo luego una feliz trayectoria de veranos en estas tierras
alicantinas.
Para mí y para toda la familia ha sido una gran alegría que se vincule el nombre del poeta
Pedro Salinas a la Universidad a Distancia de Elche, como se hizo esta mañana con el
alcalde, y que ustedes verán ahí la representación en el edificio central.
Salinas era miembro de la generación de poetas del 27, vivió en España hasta la Guerra
Civil y luego tuvo que emigrar exiliado (tuvo una gran producción de poesía, ensayo, etc. y
esto lo voy a mencionar), y por ello estamos agradecidos a quienes han organizado y
auspiciado este reconocimiento, y a quienes me dieron la oportunidad de estar aquí
presente con ustedes, a Francisco Escudero, y a todas las autoridades de la UNED que
apoyaron esta iniciativa, al alcalde de Elche, Carlos González, su presencia y apoyo.
Y les agradezco y me honra mucho la invitación a que viniera personalmente a este evento
que celebra la vida y obra de Salinas, no solo por el significado histórico que nos une a esta
tierra que el poeta tanto disfrutó, sino también, porque los últimos dos años han sido
especialmente difíciles para mí en lo personal, como a muchos de ustedes. A todas las
implicaciones negativas que ha tenido la pandemia de COVID a nivel mundial se unen, en
mi caso, mi duelo y el de mi familia por el fallecimiento de nuestra querida hija Andrea
Citlali, mi hija querida, en septiembre de 2020. Mi esposa y yo la llamamos Andrea en
recuerdo de mi tía abuela Andrea Bonmatí, quien a su vez fue bautizada en honor a San
Andrés, patrono de los pescadores de la región. El segundo nombre de nuestra Andrea,
Citlali, quiere decir lucero del alba en náhuatl, porque nació en la tierra mexicana donde yo
vivo, soy profesor en el Colegio de México que dio acogida a tantos exiliados republicanos
españoles, y luego a tantos latinoamericanos que huían de las dictaduras de sus países.
Para celebrar la vida y la obra poética de su bisabuelo Salinas, hace cinco años, Andrea
Citlali realizó la curaduría de una exposición con fotos y textos de Salinas, y de sus amigos
de la Generación del 27: Alberti, García Lorca, Alexandre, etc., gracias a la iniciativa y al
apoyo del Ateneo Español en la Ciudad de México,(que es un centro muy importante, que
dicho sea de paso está pegado a la UNED, está en el mismo edificio, tiene una excelente
biblioteca). Son estas fotos, impresos de los negativos originales, las que he traído desde
México y que he entregado la UNED, a través de su director y rector Francisco Escudero en
la UNED, aquí de Elche. Estas fotos las acompaño con una colección de libros de Pedro
Salinas que he traído también para la UNED y que ustedes ya podrán ver, una de ellas es
«Cartas de amor a Margarita 1914-1917», en la edición que preparó mi madre Solita Salinas
Bonmatí.
Pedro Salinas era madrileño pero disfrutaba de la playa de Santa Pola, pues ahí veraneó
con frecuencia, o sea muy temprano, a principios del siglo XX. Fue en una de esas
vacaciones, en 1911, que Pedro conoció a Margarita Bonmatí cuya familia era nativa de
estas tierras, sobre todo de la zona del Altet. En 1914 Salinas consiguió plaza de lector de
español en la Sorbona y en el verano del 15 casó con Margarita. El matrimonio fue a vivir a
París donde él continuó su trabajo como lector de español en la Sorbona, y bastante pronto
inició la traducción de la primera parte de la obra de Marcel Proust «En busca del tiempo
perdido», que el novelista francés había comenzado a publicar en el 13. Es evidente, que
Salinas supo reconocer el genio de esta obra que inauguraba toda una nueva época en la
literatura española, no se equivocó en su predicción, y de esta traducción también he traído
un ejemplar para la UNED, y dicho sea de paso, es la que más se vende, «En busca del
tiempo perdido» todos los años lo edita Alianza, y bueno, lo edita Einaudi en Italia, no se
porqué lo editan, pero editan la edición en español, así que es curioso pero desde 1920 a
21 esa es la traducción que ha quedado, hace un siglo exactamente que se sigue usando
esta traducción, que no es tan raro, porque un poeta es la persona indicada para traducir la
prosa de un novelista muy poético.
Quiero evocar, aquí, algunos recuerdos personales de los veranos que pasé yo en Lo Cruz,
en la finca del Altet, de la que era originaria la familia Bonmatí y de la playa de Santa Pola
en los años 50, cuando yo era niño muy chico. Esa experiencia fue muy importante para mí
porque me trae la memoria de estas tierras, su mar y la familia, en una época que parece
algo mítica por el paso del tiempo. Creo que los recuerdos más intensos de la infancia
suelen ser extremadamente vívidos, o alternativamente muy difusos sumidos en luz u
oscuridad, en mi caso, las imágenes de la la finca de lo Cruz, de las labores que ahí se
realizaban, del mar y la tierra son muy vívidos, pero no solo las imágenes visuales nos
despiertan los recuerdos también el aroma del pan con chocolate que nos daban de
merienda las tías abuelas en lo Cruz; en el caso de Marcel Proust, como ustedes
recordarán, el aroma de una magdalena tal como lo describe la novela «En busca del
tiempo perdido»,y le evoca todo y comienza toda la novela a partir de ese aroma, y de ahí
sigue.
La temprana muerte de mi abuelo Pedro Salinas en 1951, y el traslado, poco después, de
mi abuela Margarita a Madrid, a vivir con su hermana Andrea quien la cuidó de la
enfermedad que la aquejaba hasta su fallecimiento, me privaron de tener recuerdos directos
de ambos abuelos, yo era demasiado chico. Mi abuelo murió cuando yo tenía tres años,
entonces los recuerdos vienen de haber escuchado, desde la niñez y la adolescencia,
muchas veces a mi madre contarnos a mi hermano y a mí sobre las personalidades de los
abuelos. Siempre tuve la sensación de no poder recordarles, sino solo evocarlos, a través
de estas historias, de ahí que sean tan valiosas para mí las fotos y las cartas que de ellos
han sobrevivido, que son muchísimas, testimonios de los cuales hoy entrego, hoy entregué
a la UNED para su exhibición y conservación.
Ahora, yo nací y crecí en Estados Unidos en un hogar muy particular pues era de exiliados
españoles y por lo tanto no se podía hablar en inglés en casa, yo aprendí a hablar inglés a
los seis años, hasta entonces prohibido el inglés en casa, ya que me mandaron a la escuela
empecé a aprender.
Mi padre, nativo de Tenerife, había partido al exilio en México en 1939 donde trabajó y
estudió en la Universidad Nacional y luego pasaría a los Estados Unidos y fue profesor
bastantes años, 30 años en Harvard. Mi madre, Solita Salinas Bonmatí, en cambio, vivió el
exilio con sus padres en Wellesley, luego Puerto Rico. Años más tarde ambos se
encontraron en Estados Unidos en el College en el contexto de la colectividad de profesores
españoles exiliados.
Se habla de los exiliados en México y Argentina pero hubo muchos exiliados también en
USA; todas las universidades norteamericanas con buenos departamentos de lengua
española y literatura fueron consolidados básicamente por algún exiliado. En Columbia
University, por ejemplo, estaba Paco García Lorca, el hermano de Federico, y estaba Jorge
Guillén en Wellesley y estaba Vicente Llorens en Princeton, Américo Castro también en
Princeton y muchos profesores de los que no se habla, en general, pero fueron muy
importantes en esa época.
Cuando era niño y adolescente, la conversación de mis padres y sus amigos,
frecuentemente, giraba alrededor del poeta, recordaba a través de anécdotas que
describían su enorme simpatía y su gracia como el gran conversador que era, también se
recordaban sus versos, ensayos, novelas y algo de su teatro; la personalidad de Salinas
también se deja entrever en su extensa correspondencia, que se ha publicado la obra
completa, mantenida con interlocutores muy diversos entre ellos sus grandes amigos
Gabriel Miró, alicantino, el gran poeta vallisoletano Jorge Guillén, Federico García Lorca,
granadino, y el gaditano Rafael Alberti, entre otros. Sus cartas describen el deleite que le
producía viajar, en ellas encontramos a Salinas paseando por distintas ciudades españolas
y europeas en los años veinte y treinta durante la Segunda República, gozando de las
novedades curiosas de la vida urbana, de las librerías, y también de las pastelerías porque
le atraían mucho, era muy goloso, eso lo dicen todos.
En contraste con la personalidad extrovertida y exuberante de Salinas mi abuela Margarita
Bonmatí era recordada como una mujer muy culta pero callada y tímida, madre y esposa
atenta y cariñosa pero algo opacada por la fuerte personalidad de don Pedro, muy típico de
la época. Margarita Bonmatí había transitado de Alicante a Argel y luego de casarse fue a
Sevilla donde don Pedro era catedrático, a Madrid y después de la guerra civil al exilio en
los Estados Unidos con la familia.
Gracias a la labor de una distinguida profesora de la Universidad Complutense, Elisa Ruiz,
conocemos más acerca de quién era Margarita, no es tan frecuente tener correspondencia
de mujeres, y la doctora Ruiz recuperó y editó las luminosas cartas que Margarita le escribió
durante décadas a su gran amiga a Matilde Pomés¹ que fue una de las primeras grandes
literatas sobre la lengua española en Francia, tradujo a todos los poetas del 27, Matilde
Pomés. Se hizo una exposición en la Biblioteca Nacional hace como tres o cuatro años, a
través de estas cartas descubrimos que Margarita Bonmatí era una mujer de gran
sensibilidad, de tacto, pero también de pasión y cultura.
¿Pero, cuál era el origen de la familia de Margarita? Mi tío el editor Jaime Salinas Bonmatí
escribió un hermoso libro de recuerdos titulado «Travesías», que lo pueden encontrar en
Tusquets, y dice lo siguiente: «Mi abuelo, Vicente Bonmatí, era joven cuando a mediados de
siglo XIX se marchó de lo Cruz», la finca en el Altet. «Comprendió que aquellas tierras solo
le darían para malvivir y, como muchos de la región de Alicante, embarcó hacia Argelia en
busca de mejor fortuna», quizás fines del XIX, bueno desde 1870 más o menos. «De su
tierra natal conocía el esparto pero en el norte de África descubrió que había en
abundancia, era de buena calidad y, tras hacer cuentas, porque era comerciante, salía a
mejor precio. Se estableció en Orán y empezó a exportarlo a España». Yo supongo, no lo
dice Jaime, que gran parte a Elche a los talleres de alpargatas. Dice Jaime: «Embarcaba
gran parte del esparto en un modesto barco de cabotaje que cruzaba de Orán hasta la
costa alicantina, su dueño y capitán era de Santa Pola y se apellidaba Botella, cuando la
mar no estaba brava solía acompañarle su hija María Mariana, y pronto comenzó un
romance, a pesar de que mi otro abuelo, dice Jaime, era de tierra adentro, el capitán Botella
no vio con malos ojos al espartero y al romance siguió la boda».
Vicente Bonmatí luego se mudó con su esposa a la ciudad de Argel donde puso una fábrica
de tejas y ladrillos que le dio fortuna y ahí adquirió para su familia una casona en Maison
Carrée en lo que era entonces un suburbio de Argel. Tuvo cinco hijas entre ellas mi abuela
Margarita Bonmatí quien se casaría con Salinas. Había muchos, la mitad de la emigración
europea a Argel fue del Levante y del sur de Valencia, cosa que está recuperado en alguna
tesis doctoral pero que poca gente lo ha estudiado.
Ahora bien, Salinas se enamoró de Margarita no solo por su belleza sino también por su
cultura francesa, venía de Argel, tenía esa doble cultura, en la casa hablaban valenciano y
francés porque Vicente valenciano; yo creo que durante un tiempo, inclusive con Salinas,
debió haber una comunicación en francés.
En esa época, Salinas había obtenido una beca de la Junta de tramitación de estudios en
Madrid para ir a París como lector en la Sorbona, eso ya lo menciono.
En los primeros años entre fines del 13 y el 15, se carteaba el poeta con su novia
Margarita, y después ya casados se la llevó a la Ciudad de la Luz porque era él era lector
en la Sorbona, tenía una beca de la junta de tramitación de estudios.
A mí siempre me ha parecido algo terrible esa decisión pues estaba en plena marcha la
primera guerra mundial y las tropas alemanas estaban a 100 km de la capital francesa pero
en París la vida seguía con bastante normalidad, los artistas trabajaban, los profesores
daban sus clases, en fin, en medio de la guerra seguía la actividad.
Siempre me pregunté porqué a Salinas le gustaba tanto el francés y la cultura francesa,
esto lo encontramos, en parte, en su correspondencia con Margarita Bonmatí. De niño y
joven él le escribe a ella la experiencia personal, Pedro vivió con su madre Soledad
Serrano, viuda, en el barrio de La Latina en Madrid (Salinas era madrileño y se casa con
una alicantina) en una casa de pisos de la que era dueña ella que le daba una rentas, una
casa en la Latina que lo conocen como un barrio popular. Doña Soledad, sin embargo,
quiso que su hijo estudiara en el colegio hispanofrancés donde comenzó a aprender el
idioma y, después lo hizo en el Instituto San Isidro, precisamente en el corazón de la
Latina, muy cerca de la casa; ese instituto, dicho sea de paso, ha sido posiblemente la
escuela de España donde han estudiado el mayor número de destacados escritores desde
fines del siglo XIV hasta el siglo XX. Todos los escritores de la época del Siglo de Oro
estudiaron allí y tiene una biblioteca muy rica en literatura francesa, lo que debió alimentar
el espíritu lírico de Salinas.
En las fotos de Salinas se verán fotos de Pedro Salinas en la playa del Altet, cerca de los
caladeros con su mujer y sus cuñadas Roselia, Tata Net (Antonia), Andrea, Mimí, sus hijos
Solita (mi madre) y Jaime (mi tío), también hay fotos de Pedro Salinas y Solita en la finca de
los Cruz hacia 1930, no lejos de aquí.
Así mismo, pueden verse retratos de Salinas en Madrid de sus colegas y amigos, buen
número de ellos poetas como Juan Ramón Jiménez, Jorge Guillén, Federico García Lorca,
Dámaso Alonso, Manuel Aldolaguirre y escritores como José Ortega y Gasset, y ustedes
también lo pueden ver en el excelente libro que ha preparado sobre Salinas el profesor
Riquelme², aquí presente, de la UNED.
Después de su estancia en París, Salinas obtuvo una cátedra de Literatura en Sevilla ahí
vivió hasta el 1929 luego fue a Madrid comenzó a trabajar en el Centro de Estudios
Históricos que dirigía don Ramón Menéndez Pidal, que era filólogo pero de filología e
historia. Y en esos años, el poeta escribió varios de sus libros más conocidos, de los cuales
también he traído ejemplares, como los más conocidos: «La voz a ti debida», «Razón de
amor», «Largo lamento».
Ya desde el 32, durante la República, también se dio a la tarea de organizar la Universidad
Internacional de verano en Santander, en el Palacio de la Magdalena, junto al mar, ahí
llegaron entre 1933 y 36 centenares de alumnos y alumnas, muchos becados de España,
Francia, Italia, además de un elenco de profesores destacados tanto de España como del
resto de Europa. Era una iniciativa muy original, la de la universidad de verano, había
habido algún experimento anterior pero no en la forma que esta tomó, muy cosmopolita y
que luego ha tenido frutos en decenios recientes en la misma universidad y en otras
universidades de verano, etc. Precisamente ahí, en la Universidad Internaciona,l el estallido
de la Guerra Civil agarró a Salinas y su familia, y a todos los asistentes de la Universidad.
La ciudad de Santander siguió siendo territorio republicano por tres meses y gracias a ese
intervalo el poeta y profesor pudo supervisar la salida del alumnado y todos los maestros
invitados; él dijo que era como capitán de barco, y él no se iba hasta que no saliera el
último.
Muchos de ellos abordaron un barco de guerra francés que llegó al puerto de Santander
para llevarse los alumnos, no solo franceses sino alemanes, ingleses y otros, y ahí Salinas
metió a mi madre y a mi tío en el barco. Se van a Burdeos con una amiga pero nosotros nos
quedamos, y se quedaron hasta mediados de agosto del 36, y después tomaron un taxi y se
fueron a Bilbao, y de ahí a Biarritz, y salieron. No se sabía que iba a pasar.
Fue entonces que Salinas y su familia salieron al exilio, pasaron brevemente por Francia y
se trasladaron a Estados Unidos a un College que se llamaba Wellesley, que está en
Boston y al que le habían invitado, le habían invitado y tuvo la suerte que podía irse. Ahí dio
clases de literatura española cubriendo el espectro de los clásicos desde el poema del Mío
Cid, del cual hizo una versión en verso en castellano moderno, que se usa en muchas
escuelas y universidades. Aún hoy en día en Colombia siempre me llega la noticia que lo
reimprimen porque en todas las escuelas preparatorias usan esa versión del poema.
Luego, entre el 43 y 46, Salinas dio clases en la Universidad de Puerto Rico pues quería
alejarse del frío de Boston, y ahí pasó unos años muy felices, escribió su libro de poemas
«El contemplado» en un club náutico, a las mañanas y iba ahí a escribir mirando el Caribe y
» El contemplado» evoca al Caribe pero también evoca su amor por el mar Mediterráneo, de
estas tierras alicantinas donde había pasado tantos veranos desde principios de siglo.
Salinas murió en el exilio y no volvió a disfrutar de los veranos en lo Cruz pero desde que
éramos niños, Solita Salinas, mi madre, decidió que mi hermano Miguel y yo debiamos
conocer este mundo campestre, y arregló en los años 50 los viajes trasatlánticos, entonces
ibamos con ella, llegábamos acá y la pasábamos en la finca con nuestra familia, los tíos y
las tías, y paseos por Santa Pola y, por supuesto, fuimos al Misteri de Elche en agosto, al
que nos llevaba mi tía Andrea Bonmatí que siempre conseguía entradas, no sé cómo hace.
Para mí estas experiencias fueron inolvidables, me permitieron conocer el campo, los
animales, la vida cotidiana en un ambiente increíblemente luminoso y sorprendente. Pero
para captar ese ambiente quiero retomar el relato que hizo mi tío Jaime Salinas de esos
veranos en los años 20 con su padre y familia, sus experiencias son muy parecidas a las
mías cuando yo era niño en los 50. Jaime recuerda aquellos veranos en lo Cruz como los
más felices de su vida y describe un día típico en la finca entre primos y primas, tíos y tías,
dice: «Después del desayuno que preparaba Josefa en un fuego con leña en la gran cocina
todos los primos se alistaban para salir a la playa», describe Jaime, «Cuando todos
estábamos lavados y vestidos nos asomábamos por la barandilla de la galería a la espera
de que apareciera Manuel tirando de la jardinera³ y que llegara María con Coquet y entre los
dos, sin prisa, fueran enganchando el angélico caballo. Al llegar la jardinera se declaraba la
guerra entre los niños y niñas por conseguir el mejor sitio, la tía Andrea ponía orden».
Después salíamos hacia la playa donde se quedaba la familia tomando el sol y disfrutando
del mar hasta pasado al mediodía para luego regresar a la finca para el almuerzo, agrega
Jaime, «El momento más solemne llegaba a la hora del postre. Josefa entraba con una
inmensa sandía que depositaba delante de Papá Vicente. Él se levantaba y con un gran
cuchillo cortaba la corona de arriba, momento en que se producía un silencio total a la
espera de la sentencia del abuelo. Más de una vez le decía a Josefa: Aquesta es massa
verda portam una altra».
Esta reunión de almuerzos veraniegos se reanudaron años más tarde después de la
Guerra Civil y la Segunda Guerra, en los años 50, que ya habían fallecido Pedro Salinas y
el abuelo Papá Vicent pero mis recuerdos son casi idénticos, recuerdo que mi hermano
Miguel y yo disfrutamos muchísimo, y por ello siempre estaré agradecido a mi madre, ya
que ella quería que viviéramos estas experiencias inolvidables. En la finca se cultivaban
siempre por regadío en los surcos de la tierra, deliciosos tomates, melones ,sandías,
almendras. Recuerdo que nos colocábamos a la puerta de la finca y venían, colocaban un
montón de almendras que luego pelábamos y con piedras abríamos la almendra. Era
notable la productividad, observamos cómo se trabajaba el trigo en la era y
acompañábamos al Dionisio, un hijo del Manuel el cuidador, como sacaba a pastar a las
cabras, o sea, es un mundo, en cierto sentido, que ha pasado, parte ha seguido pero parte
ha pasado. Recuerdo también los hermosos paseos en la mañana en la jardinera para ir a
la playa y por la tarde un paseo por el campo con mi tío León Sánchez Cuesta encabezando
la banda de niños, niñas, tíos, mientras a nuestro lado pasaban grupos de campesinos de
varias fincas cercanas que regresaban del trabajo de los campos, los hombres calzaban
alpargatas pero muchas de las mujeres iban descalzas por los polvorosos caminos.
Todo esto es parte de mi pasado, y a ustedes les doy las gracias por haberme permitido
compartir estos recuerdos personales esta tarde, me emociona mucho que la UNED de
Elche recupere la figura de Pedro Salinas quien tanto amó a estas tierras vinculando su
nombre a esta institución educativa y celebrando el futuro Premio de Ensayo y actividades
conexas.
Desde el cielo de los poetas estoy seguro que Pedro Salinas se siente muy honrado y feliz y
les manda muchas bendiciones.
Mil gracias.
Carlos Marichal
¹https://www.fronterad.com/mathilde-pomes-y-la-tropa-del-27/
²https://objetivotorrevieja.es/riquelme-publica-un-libro-antologico-de-ensayos-y-poemas-de-
pedro-salinas/
³Jardinera: ”A nosotros nos esperaba la jardinera con sus toldos de hule marrón, las llantas
de hierro, los radios pintados de amarillo ” Travesías, página 38, Jaime Salinas, noviembre
2003″
Amante de la naturaleza y el medio ambiente, titulado superior en Salud Ambiental y con formación en especies invasoras, bienestar animal, árboles monumentales, delitos medioambientales, control del litoral marítimo y tratamiento de residuos.
Colaborador de la Cátedra Pedro Ibarra de la UMH elche.me
Apasionado de las Ciencias Naturales, la Historia y la Arqueología.
Actualmente desarrollando su actividad como webmaster de esta web, de www.naturalezaconniños.com y varias páginas en redes sociales.
Implicado en la protección y seguridad en general de bienes o personas.